Siempre que hablamos de liderar equipos nuestra imaginación se “pone estupenda”, como diría Valle Inclán, y se imagina a Martin Luther King, Gandhi o Eisenhower, y si uno es un poco aficionado al cine puede ponerse a pensar en el capitán Aubrey de la película Maste and Commander o quizá incluso en el Sheriff Woody de Toy story.
Pero la realidad es que la mayoría de nosotros nos somos como ninguno de esos grandes personajes de la historia o de la ficción, digamos que somos distintos, que no peores, y sobre todo, dado que la Teoría del liderazgo del Gran Hombre ha quedado superada, nos cabe la posibilidad de forjar en nosotros un buen estilo de liderazgo o mejor aún, unas buenas habilidades propias de los líderes.

En este post no vamos a entrar ni en teorías ni en estilos de liderazgo. En él nos queremos centrar en un aspecto que en demasiadas ocasiones se olvida y sin embargo es crucial.
¿Cómo nos ayuda la inteligencia emocional (y dentro de ella la empatía) a ser mejores líderes?
Siguiendo a Daniel Goleman sabemos que la Inteligencia Emocional es la capacidad de reconocer sentimientos propios y ajenos, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones.
Evidentemente en todas las relaciones interpersonales manejar bien esto será diferencial, ya que, sin duda, liderar supone interactuar y relacionarnos con otras personas, pero es que además implica relacionarse con uno mismo, por ello veamos algunas competencias a tener en cuenta.
Aunque antes debemos tener en cuenta algunas cuestiones contextuales tales como:
El líder, ya desde hace tiempo pero especialmente en el siglo XXI en el que la autoridad per se está puesta en duda, no se define por su cargo. La diferencia entre “potestas” y “autóritas” es cada vez más clara. La potestad te la da el cargo, la autoridad te la da el equipo.
La Generación Y (milenials) pero sobre todo la generación Z, no se rigen culturalmente por los códigos de trabajo en que muchos líderes se siguen moviendo, y es preciso hacer un esfuerzo por entender y comprender para encontrar los métodos de llegar a sus motivaciones e intereses.
Por todo ello la consciencia de la necesidad de aplicar habilidades de la Inteligencia Emocional es un factor crítico que el líder debe tener en cuenta.

Siguiendo a Goleman, veamos algunas de las competencias claves a desarrollar dentro de nuestra inteligencia emocional:
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- Valoración adecuada de uno mismo. Conócete a ti mismo, tus límites, tus fortalezas y tus debilidades. No quieras aparentar lo que no eres.
- Confianza en uno mismo. El líder que se muestra inseguro trasmite inseguridad y el equipo no necesita eso para crecer. Marcar el camino desde la inseguridad es como vender algo que crees que es malo.
- En momentos de tensión o crisis, pero también en los de éxito, ser capaz de mantener la calma y el juicio objetivo, permitirá no añadir tensiones innecesarias y suavizar las crisis o no mostrar euforias excesivas que acaben con la motivación y el deseo de superarse.
- El líder debe tomar decisiones y estás supondrán aciertos y errores, la integridad le permite al líder asumir su responsabilidad personal, lo que sin duda ayudará al grupo a verle como una persona.
- Motivación y optimismo. La capacidad que tenga el líder de generar adhesión a la causa y a su visión de futuro, tendrá relación con su propia motivación y con la capacidad que tenga de motivar al equipo. Su optimismo (o positividad) en que se alcanzarán los objetivos serán el motor para superar las dificultades que podrán surgir.
- Empatía. Un líder sin conciencia de los sentimientos, necesidades y preocupaciones ajenas, aunque no necesariamente las comparta, no podrá lograr más adhesión que la que su puesto le da, pero no la verdadera implicación personal que requiere un equipo de éxito orientado al logro.
- Orientación al servicio. Dando un paso más allá, el líder que interioriza que el equipo no está solo para servirle a él, sino que es una relación más simétrica y que él también debe servir, será capaz de generar mayores vínculos afectivos y más empatía, logrando una mejor predisposición al esfuerzo que las metas a alcanzar requieren. Aquí radicará el equilibrio autoridad/confianza que es la fórmula del éxito de un líder.
- Comunicación. Ser capaz de emitir mensajes claros y convincentes siendo influyente en los demás, le permitirá alinear al equipo en torno a su visión de futuro inspirándoles de manera positiva.
Desarrollar todas estas competencias aplicando la inteligencia emocional ofrece la posibilidad de generar el entorno que posibilite al líder alcanzar las metas que se propone.
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